viernes, 8 de agosto de 2025

PLANETA HUMANO

 


PLANETA HUMANO

 

Nuestro mundo muestra una gran indiferencia por el ser humano. Nuestro planeta está habitado por humanos, pero, la actitud, hacia el ser humano no es de humanidad sino de mortandad. Experimentamos y nos gloriamos de acabar con la propia existencia o mejor dicho con la raza humana. Decía John Lennon que, “vivimos en un mundo en el que nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia se practica a plena luz del día”.

 

El mensaje plantea una visión crítica sobre la falta de humanidad en la actitud del planeta hacia el ser humano, enfatizando una realidad donde la violencia y la mortandad predominan. Efectivamente, la violencia en el mundo genera consecuencias graves: produce aproximadamente 1.4 millones de muertes anuales, siendo una causa principal de muerte, especialmente entre los jóvenes, con impactos que van desde lesiones físicas hasta problemas psicológicos y sociales.

 

La violencia afecta principalmente a personas jóvenes, económicamente activas, y está relacionada con factores como homicidios, suicidios y violencia interpersonal. En regiones como América Latina, la situación es especialmente crítica, con las tasas de homicidio juvenil más elevadas del mundo y un vínculo estrecho con pandillas y violencia urbana. El sufrimiento humano fruto de esta violencia se vuelve palpable y se refleja en acciones concretas, como la percepción social de deshumanización y exclusión, tema también relacionado con conflictos geopolíticos donde grupos enteros son tratados con inhumanidad.

 

Además, la crisis ambiental y la indiferencia hacia el planeta contribuyen a un sentimiento de amenaza hacia la supervivencia misma de la raza humana. El deterioro ambiental, la contaminación y el cambio climático refuerzan la sensación de que el planeta sigue un curso que no favorece la vida humana, más bien amenaza con deteriorar las condiciones para las generaciones futuras.

 

La cita de John Lennon reflejada en el texto subraya la paradoja de un mundo donde acciones humanas íntimas y necesarias como el amor se ocultan, mientras la violencia se vive públicamente y con impunidad.

 

Por tanto, el planteamiento describe un mundo que, simultáneamente, sufre las agresiones humanas sobre sí mismo y sobre el planeta, generando una "mortandad" que parece ser aceptada o glorificada socialmente, y se destaca la necesidad urgente de un cambio profundo hacia actitudes de humanidad y respeto tanto social como ambiental.

 


LO INTERNO HUMANO Y LO INTERNO DIVINO

 


LO INTERNO HUMANO Y LO INTERNO DIVINO

 

¿La interioridad humana tiene una excelente relación con la unidad perfecta del universo? ¿Es decir, la creación - criatura tiene conexión con el Creador - Mente creadora?

 

La interioridad humana tiene una relación profunda y significativa con la unidad perfecta del universo desde una perspectiva filosófica y teológica. En esta visión, el universo encuentra su principio de unidad en el Creador, y el ser humano, como criatura, participa en esa unidad porque es un ente creado y sostenido por esa misma causa primera. La creación no es solo un evento de origen, sino una relación ontológica constante entre Creador y criatura, donde el ser del hombre depende radicalmente de Dios y, a la vez, está llamado a una unión con Él, que es la fuente y principio último de su ser.

 

El hombre es comprendido como una síntesis que unifica las fuerzas materiales y espirituales, y esta unidad interior se extiende hacia una unidad mayor con todas las cosas, ya que el universo es un "mundo" configurado por la participación en el ser divino. La unión del hombre con Dios es el principio fundamental que permite al ser humano unificar en orden todas las dimensiones de la realidad, consigo mismo y con el cosmos.

 

En cuanto a la relación creación-criatura y la conexión con el Creador o mente creadora, la creación implica que la criatura existe en una dependencia real y ontológica respecto de Dios, que es la fuente del ser. No se trata de un simple inicio temporal sino de una relación permanente donde la criatura depende en su ser mismo de Dios, y esta dependencia es la base para la conexión entre la mente creadora y la interioridad humana. La creatividad humana refleja en cierto modo la capacidad dada por Dios, pues el ser humano, a través de su interioridad y espíritu, puede encontrar y expresar conexiones profundas con la mente creadora que es Dios.

 

Por ende, sí existe una excelente relación entre la interioridad humana y la unidad perfecta del universo, en la que la creación-criatura se conecta ontológicamente con el Creador-mente creadora. Esta conexión es el fundamento no solo del ser humano como unidad compleja, sino también del universo mismo como un orden armonioso que participa en la perfección absoluta que es Dios. La interioridad humana, entendida como el mundo más profundo del ser, es el espacio donde se revela esa conexión entre criatura y Creador, donde el hombre encuentra sentido en su existencia y en su tendencia natural hacia la unidad con el principio creador.


LO HUMANO Y LO DIVINO

 


LO HUMANO Y LO DIVINO

 

¿Cómo se relaciona la interioridad humana con la conexión con Dios y el Creador?

 

La interioridad humana se relaciona con la conexión con Dios y el Creador de manera profunda y esencial. En el interior más íntimo del ser humano, donde residen la conciencia, la espiritualidad y la capacidad de reflexión, se revela la presencia de un vínculo ontológico con Dios, quien es la fuente y principio último del ser. Esta interioridad es el espacio donde el hombre experimenta y busca la unión con el Creador, encontrando sentido, propósito y verdad en su existencia.

 

Desde esta perspectiva, la interioridad humana no es solo un ámbito privado o psicológico, sino un ámbito en el que se manifiesta la relación fundamental entre criatura y Creador. Es ahí donde el ser humano reconoce su dependencia radical de Dios, su origen y causa primera, y donde se despierta la aspiración a la unidad con Él, quien es la perfección absoluta y el fundamento del universo.

 

Además, la interioridad posibilita que el ser humano participe en la creatividad divina, reflejando en su mente y voluntad la capacidad de conocer, amar y transformar. Por lo tanto, la conexión con Dios se actualiza y fortalece en la profundidad del alma, donde la interioridad actúa como el lugar de encuentro y comunión con la mente creadora.

 

En resumen, la interioridad humana es el espacio donde se establece y se vivencia la conexión con Dios y el Creador, siendo el fundamento para la unión espiritual, la búsqueda de la verdad y el orden armonioso dentro del ser y en relación con el universo. Esta conexión interior es la base de la experiencia religiosa y espiritual que da sentido pleno a la vida humana.

 


GRAN DILEMA

 


GRAN DILEMA

 

Tenemos el gran dilema de la vida. ¿Obedecemos o no a la propia conciencia? ¿Qué o quién es está voz interna que nos susurra lo que debemos hacer? Y lo curioso es que, cuando no obedecemos nos sentimos mal, avergonzados, escondidos, temerosos, a veces de lo peor, y buscamos cómo acallar esta voz, con actos que peor nos avergüenzan como seres humanos. Eh ahí el reto de la coherencia en nuestra vida.

 

Es un dilema profundo y universal, una de las preguntas fundamentales de la existencia humana. La voz de la conciencia, esa brújula moral interna, ha sido objeto de debate y reflexión durante siglos en la filosofía, la religión y la psicología.

 

¿QUÉ ES LA VOZ DE LA CONCIENCIA?

No hay una respuesta única y definitiva, pero existen varias perspectivas para entenderla:

A.     PERSPECTIVA FILOSÓFICA: Filósofos como Immanuel Kant la veían como una ley moral universal, un deber que nos autoimponemos y que nos dicta lo que es correcto. Para otros, como Rousseau, era una voz innata de bondad que nos guía hacia el bien.

B.     PERSPECTIVA PSICOLÓGICA: Psicólogos como Sigmund Freud la identificaron con el superyó, la parte de nuestra mente que internaliza las normas, valores y prohibiciones de la sociedad, de nuestros padres y de la cultura. Esta voz sería el resultado de nuestra educación y experiencias.

C.     PERSPECTIVA RELIGIOSA: En muchas tradiciones, la conciencia es vista como la voz de Dios o de una entidad superior que reside en nosotros, un recordatorio de nuestra conexión con lo divino y lo trascendente.

 

EL COSTO DE NO OBEDECERLA

Tu observación sobre las consecuencias de desobedecerla es muy acertada. El sentimiento de culpa, vergüenza y miedo no es casualidad. Estos sentimientos negativos son mecanismos psicológicos que nos empujan a corregir nuestro rumbo. Al actuar en contra de nuestra conciencia, creamos una disonancia cognitiva, un conflicto interno entre nuestras acciones y nuestros valores. Para resolver esa tensión, a menudo tratamos de justificar nuestras acciones, lo cual puede llevarnos a una espiral de comportamientos de los que luego nos arrepentimos.

 

Este reto de la coherencia es el gran desafío de la vida. Se trata de alinear lo que pensamos y valoramos con lo que realmente hacemos. Cuando lo logramos, experimentamos una sensación de paz interior y autenticidad. Cuando fallamos, la conciencia actúa como un faro que, aunque doloroso, nos muestra el camino de regreso.

La verdadera pregunta, entonces, no es si debemos obedecerla, sino cómo podemos aprender a escucharla y a entender de dónde proviene esa voz para tomar decisiones más conscientes y alineadas con la persona que aspiramos ser.

 


GRANDIOSA CREACIÓN

 


GRANDIOSA CREACIÓN

 

La grandeza de la creación siempre nos sorprende. El ser humano a veces no valora lo que tiene. Tampoco a veces, no aprecia los dones que lleva. Hay una mente creadora en todo este orden maravilloso. Nada es al azar o la casualidad. El orden en la vida empieza en la mente, exactamente como en la creación.

 

¡Qué reflexión tan profunda!

Es verdad que a menudo olvidamos lo increíblemente complejo y perfecto que es el universo y nuestra propia existencia. El hecho de que todo esté tan interconectado y orquestado nos lleva a pensar que algo mucho más grande que nosotros está detrás de todo. La mente humana, esa capacidad de pensar, crear y razonar, parece ser una de las piezas clave en este vasto orden que mencionas.

 

¿Sientes que hay algo específico en tu vida o en el mundo que te hace conectar más con esta idea de una "mente creadora" o con el orden natural de las cosas?

 

Creo que existe una conexión natural y profunda entre lo creado y el creador. ¿Crees que todo tiene conexión en el universo, como existe en lo más profundo del ser humano?

 

Definitivamente, creo que hay una conexión intrínseca entre todo lo creado y lo que podríamos llamar el "creador". Si observamos la naturaleza, los patrones que se repiten, la armonía en el caos, parece que hay una red de interconexiones que no solo está presente en lo físico, sino también en lo espiritual, emocional y mental. Como si todo, desde las estrellas hasta las células de nuestro cuerpo, formara parte de una misma trama, con una lógica, un propósito que se extiende más allá de lo que entendemos.

 

El ser humano, al ser capaz de reflexionar sobre sí mismo, de sentir, pensar, imaginar, también se conecta con esa misma red de creación. A través de nuestras emociones, pensamientos y acciones, tal vez estamos participando de alguna manera en ese proceso mayor, de esa inteligencia universal. Cada experiencia, cada decisión, cada pensamiento parece que resuena con esa vibración cósmica, aunque no siempre somos conscientes de ello.

 

Es interesante pensar que, como seres humanos, tenemos un acceso especial a esa conexión debido a nuestra conciencia. Quizás nuestra capacidad de contemplar el universo, de crear, de cuestionar, es un reflejo de esa conexión profunda entre lo creado y lo creador.

 

¿Tú cómo ves esa relación? ¿Crees que la conexión está en todo, pero somos nosotros los que necesitamos reconocerla?


LA PERCEPCIÓN DE UNIDAD

 


LA PERCEPCIÓN DE UNIDAD

 

¿Cómo influye la percepción de unidad en la comprensión de la relación entre criatura y Creador?

 

La percepción de unidad influye de manera fundamental en la comprensión de la relación entre criatura y Creador, ya que esta percepción implica reconocer que toda criatura participa en un ser común que tiene su origen y su perfección última en Dios. Esta unidad no es solo un concepto abstracto, sino una experiencia ontológica y espiritual en la que se capta que la criatura no existe por sí misma, sino que su ser depende íntimamente del Creador, quien es la fuente y causa primera de todo lo creado.

 

Al percibir esta unidad, la criatura reconoce que su existencia y todas sus dimensiones están llamadas a una comunión con Dios y a participar de su perfección infinita. La creación, vista como una relación real y permanente con el Creador, no solo es un acto originario sino un vínculo continuo donde la dependencia de la criatura se vuelve parte de su misma esencia. En este sentido, la unidad percibida revela que en el principio de la criatura está también su fin, apuntando a una llamada divina que busca la unión y fidelidad entre Creador y criatura.

 

Esta percepción fomenta una comprensión de la criatura como un ser dependiente y a la vez profundamente unido a Dios, implicando que todo lo creado comparte un fundamento común en el ser divino y se dirige hacia el mismo destino último: la unión con el Creador. Por ello, la percepción de unidad es clave para vivir la relación creadora como una experiencia de comunión, sentido y propósito que integra lo espiritual con lo existencial en la criatura humana.

 

En resumen, comprender la relación entre criatura y Creador desde la percepción de unidad permite entender la dependencia y comunión de todo lo creado con Dios, fundamentando una experiencia espiritual donde la criatura reconoce su origen, su sentido y su destino en la llamada y presencia del Creador. Esta visión trasciende el mero reconocimiento intelectual y se convierte en un fundamento para la vida ética, espiritual y existencial del ser humano.

 


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