PIDEN UNA SEÑAL
Los fariseos piden una señal, y ¿acaso no es justo
que Jesús pruebe que lo que dice ser, es verdad? Si alguien dijera que ha
descubierto la cura contra el cáncer o la solución a todos los problemas, ¿no
le pediríamos, es más, le exigiríamos que pruebe que lo que dice, es verdad?
El problema con los fariseos y la negativa de Jesús
no es tanto en la petición que le hacen sino en que, aun después de ver todos
los signos hechos por Jesús (curaciones de enfermos, expulsión de demonios e
incluso el perdón de los pecados), los fariseos se niegan a creer y tienen el
descaro de seguir pidiendo más.
Jesús no es un déspota que te pide adhesión y
obediencia sin más. ¡No! Él te invita a que hagas una experiencia de su amor y
de su amistad. Te invita a descubrir en Él una persona que sólo quiere lo mejor
para ti, sin importar la condición o el lugar en que te encuentres.
Lo único que pide es un corazón dispuesto a
adentrarse en lo más profundo de sí, que reconozca sus errores y que esté
dispuesto, una vez hecha la experiencia de Dios, a entablar una amistad firme y
sincera con Él.
Como sucedió en tiempo de Jonás, hoy también
apostamos por la conversión; hay signos que se vuelven luz en el camino y
anuncio de salvación. Sé del trabajo de tantas organizaciones de la sociedad civil
a favor de los derechos de los migrantes. Sé también del trabajo comprometido
de tantas hermanas religiosas, de religiosos y sacerdotes, de laicos que se la
juegan en el acompañamiento y en la defensa de la vida.
Asisten en primera línea arriesgando muchas veces la
suya propia. Con sus vidas son profetas de misericordia, son el corazón
comprensivo y los pies acompañantes de la Iglesia que abre sus brazos y
sostiene. Es tiempo de conversión, es tiempo de salvación, es tiempo de
misericordia.