jueves, 17 de diciembre de 2020

CONFIANZA EN LA PROVIDENCIA

 


CONFIANZA EN LA PROVIDENCIA

Mateo 6, 25-27

 

Recuerda:

Yo soy quien ilumina tu inteligencia, da sentido a tu vida, propone solución a tus dificultades. Jamás olvides que estoy para ayudarte, decrétame y estaré ahí, soy el Espíritu Santo.

 

¿Qué nos dice Jesucristo en el evangelio de san Mateo?

25 Por esto les digo: No se inquieten por su vida, sobre qué comerán, ni por su cuerpo, sobre qué se vestirán. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? 26 Miren cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros, y su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas? 27 ¿Quién de ustedes con sus preocupaciones puede añadir a su vida un solo codo?

 

Definición

Según la RAE (Real Academia Española). Providencia: cuidado del mundo y de los hombres que los creyentes atribuyen a Dios.

 

¿Estamos en tiempos en que el ser humano ha perdido la fe?

Y si es así, ¿en qué o en quién o en quienes pone hoy su confianza? Porque la Palabra dice, como respuesta: No te preocupes por los cuidados del mañana, que ni conoces ni puedes evitar. Pero confía en Dios, porque, ¡hay Providencia!

 

En el Talmud (enseñanza judía) se lee:

«No te preocupes por la inquietud del mañana, porque tú no sabes lo que el día traerá» En él se avisa de no inquietarse por el mañana, pues cada día tiene sus preocupaciones; le basta, pues, a cada día su «afán», es decir, su preocupación. En sentido positivo diríamos: “gracias Señor, por todo”.


Cristo expone la confianza que hay que tener en la Providencia de Dios

Significa que ¿Debemos dejar de laborar para ganar el pan de cada día?  ¿No ha de haber solicitud para las cosas de la tierra, necesarias a la vida? Y para responder a esto, Mateo inserta este tema: que no haya demasiados afanes, pues Dios tiene providencia de los hombres; que se abandonen a ella. El discípulo ha de confiar plenamente en Dios.

 

Entonces, ¿Cuál es la enseñanza de Jesucristo?

La enseñanza, terminante y clara, es que el hombre no debe inquietarse por las cosas más necesarias a la vida—comida y vestido—, descuidando los bienes celestiales. No deben descuidarse éstos por los materiales, porque Dios tiene providencia exquisita sobre los hombres. Por eso terminará diciendo, después de hacer ver la justicia de su enseñanza: «Busquen primero el reino y su justicia, y todo se les dará por añadidura».

 

Pero, ¿Cuál es el sentido exacto de ésta enseñanza?

No se debe preocupar excesivamente por el alimento. ¿Por qué? Porque hay Providencia. « ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?» Ahí están las aves del cielo. Las aves no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros, y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta.

 

Jesucristo, dirá por ejemplo:

“Mi carga es ligera y mi yugo es suave”. Existe una frase muy bella para entender y podemos ponerla en práctica diciendo: “Dejo a mi Cristo interior toda carga, preocupación, enfermedad, escasez económica, etc., y me libero”.  ¿Acaso no es la batalla de Dios todo lo que vivimos? Entonces dejemos que Él actúe por nosotros.

 

Así canta el salmista:

«Todas las miradas están colgadas de ti (de Dios), y tú les das el alimento a su tiempo. Abres tu mano y llenas de bienes al que vive... Los cachorros del león rugen por la presa y piden a Dios su comida... Todos aguardan de ti que les des a su hora el sustento. Tú se lo das, y ellos lo reciben; abres la mano y se sacian de tus bienes» (Sal 104,21.27.28).

 

De las aves a los lirios del campo

Con argumentación semejante a las aves, se dice que también los lirios del campo «crecen», y no se «fatigan» con el trabajo ni «hilan»; términos usados por estarse tratando de la solicitud por el vestido. Y con una comparación de una belleza excepcional les dice Jesucristo: «Yo les digo que ni Salomón con toda su gloria se vistió  como uno de ellos».

 

¿Ni el mismísimo Salomón? Sí

La preocupación y solicitud de Salomón por su magnificencia puso en juego las riquezas y el arte. Y, sin embargo, jamás llegó a vestirse con la exquisitez de un lirio..., a quien Dios, solícitamente, así vistió, con un vestido de vida. San Crisóstomo ha expresado esto con brevedad y gran fuerza: «De las vestiduras de Salomón a la flor de campo hay la distancia de la mentira a la verdad».

 

¿Hombres de poca fe? “Si tuvieran fe como una granito de mostaza…“

Es la «poca fe» lo que hace no valorar la solicitud providencial de Dios por los hombres en estas cosas de la vida; pues hasta las aves y los lirios lo están proclamando a los mismos hombres. Los «gentiles», es decir, las personas que no tienen fe, se afanan por eso. Un ejemplo de fe “Señor, no soy digno que entres en mi casa, pero… basta una palabra tuya…”

 

Judío versus gentil o cristiano versus no creyente

Citar a un judío (= creyente) la conducta de un gentil (= no creyente), equiparándola a su actitud moral, era su mayor censura; lo que era establecer, al mismo tiempo, un fuerte argumento. Pero el cristiano, que sabe que Dios es su Padre, no puede pensar así. Porque un padre siempre tiene que mirar por el bienestar de su hogar y de sus hijos; prever y proveer a su vida. Y «bien sabe su Padre celestial que de todo eso tienen necesidad».

 

Jesucristo propone otro argumento

Y como un argumento, que hace ver, aun desde el punto de vista humano, la inutilidad de ciertos afanes y preocupaciones, dice: « ¿Quién de ustedes con sus preocupaciones puede añadir a su estatura un solo codo?»

Como respuesta se cuenta que, un rey convocó a los artesanos de su reino para que crearan un aro con tres palabras, para que él gobernara libre de toda preocupación. Le propusieron el siguiente aro que decía: “Esto También Sucederá”. Por supuesto, a partir de entonces, el Rey jamás se angustió por el mañana.

 

Jesucristo y su pedagogía actual, busca dentro de ti

¡Hay providencia sobre la vida! He aquí la gran enseñanza. La enseñanza de Cristo es clara: «Busquen, pues, primero el reino y su justicia, y todo eso se les dará por añadidura». El reino está dentro de uno mismo no fuera. Lo primero es «buscar» a Dios, no desorbitadamente los afanes de la vida; y Dios, que mira providentemente por los hombres, les proveerá, les «añadirá» todo eso por lo que se afanan. San Agustín dirá: Yo te buscaba fuera y Tú estabas más íntimo que yo mismo”

 

Jamás se condena las labores o el trabajo digno y bien remunerado

Naturalmente, no quiere Cristo condenar las labores o el trabajo, ni favorecer la holgazanería en la vida, ni venir milagrosamente a proveer de sustento a los hombres. No es ésta su enseñanza. El hombre tiene dones y talentos que debe poner en práctica y ganar el sustento diario. “Señor, me diste cien talentos y aquí tienes otros cien…” “Muy bien…”

 

Decreta y maravíllate de tu poder

Se podría decir con toda confianza en la Providencia: Espíritu infinito, haz que encuentre hoy una excelente labor con una excelente remuneración, donde ponga en práctica mis talentos de forma alegre y servicial, todo conforme a tu voluntad y bajo la acción de tu divina gracia. Así sea.

 

El amor al Padre y la labor diaria de Jesucristo

Y la contraprueba evangélica de ello es la misma práctica de Jesucristo. Sus treinta años de vida oculta en Nazaret no fueron años de ocio, sino de labor para el hogar. Su slogan de vida era: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre”. Y en sus correrías apostólicas pidió de beber a la samaritana; y para usos y previsiones del grupo apostólico había una caja común de bienes (Jn 13,29).

 

Recuerda:

Yo soy quien ilumina tu inteligencia, da sentido a tu vida, propone solución a tus dificultades. Jamás olvides que estoy para ayudarte, decrétame y estaré ahí, soy el Espíritu Santo.

 




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