CÓMO NACE LA CREENCIA EN
EL SEÑOR DE LOS MILAGROS
RAÍCES COLONIALES DEL CRISTO MORENO
La
devoción al Señor de los Milagros se origina en el siglo XVII, en
la época colonial, tras un devastador terremoto en Lima. Aunque ya existía un
culto pequeño, este estaba limitado a afrodescendientes e indígenas
esclavizados que vivían en las afueras de la ciudad.
«La
devoción al Señor de los Milagros se convirtió en un referente central»,
menciona la historiadora, quien destaca que esto se debió, en gran parte, a la
influencia del poder político. El virrey Manuel de Amat y Junyent, al
frecuentar la Iglesia de las Nazarenas, marcó un hito en su popularidad.
La presencia de figuras políticas como el virrey y la virreina motivaba
a más personas a participar en las ceremonias. Así la creencia fue creciendo.
CRECIMIENTO DE LA DEVOCIÓN EN LA REPÚBLICA
Años
más tarde, durante la República, el expresidente Augusto Leguía permitió que la
procesión del Señor de los Milagros, que anteriormente se realizaba únicamente
alrededor de la Iglesia de las Nazarenas, ingresara a la Plaza Mayor de
Lima. De acuerdo con Arrelucea, este momento es crucial. “Él presenta sus
respetos, ofrece un arreglo floral y reza, marcando el inicio de una etapa en
la que este culto comienza a convertirse en un fenómeno nacional”, añade.
Desde
la época de Leguía, todos los presidentes del Perú han rendido homenaje al
Señor de los Milagros, con ofrendas florales. Esta práctica se ha extendido al
Congreso y a otras instituciones del Estado.
Creencia
que traspasa fronteras
Actualmente,
la imagen del Señor de los Milagros se ha consolidado como un símbolo sagrado y
representativo de la peruanidad. Según el presbítero Marco Martínez,
director del Centro de Asesoría Pastoral
Universitaria (CAPU), “esta devoción ha
dejado una huella profunda en la religiosidad del pueblo peruano, trascendiendo
fronteras geográficas y culturales”, añade.
La migración
peruana ha ampliado esta tradición, ya que cada migrante lleva consigo su bagaje
cultural, incluida su fe. Esto se traduce en procesiones en lugares como
Paterson, Nueva Jersey y Santiago. Además de la religión, otros aspectos de la
cultura peruana, como la gastronomía y la música criolla, también se integran
en estas nuevas comunidades.
TRADICIONES DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS
1. La procesión del Señor de los Milagros
La
procesión del Señor de los Milagros se celebra en tres fechas
principales cada octubre en Lima. Aunque hay procesiones
en diversas ciudades del país, muchos creyentes viajan a
la capital para acompañar al Cristo crucificado, lo que refleja
la unidad entre los fieles.
Maribel
Arrelucea señala que “existen familias que lo dejan todo —el trabajo y sus
obligaciones— para asistir a la procesión, un fenómeno característico de las
sociedades tradicionales de América Latina”. Esta veneración también se
convierte en un pretexto para reunirse con la familia, compartir la gastronomía
peruana y disfrutar del evento.
2. El uso del color morado
Según
el P. Marco Martínez, el color morado en la
liturgia simboliza la penitencia. Al vestirlo, las personas
expresan arrepentimiento, anhelo de cambio y un proceso de conversión
espiritual. Para los devotos del Señor de los
Milagros, el hábito morado representa una identificación con el dolor y el amor de Cristo.
En el Perú, además, esta vestimenta se asocia con el agradecimiento por
los milagros recibidos, lo cual fortalece el vínculo entre la
fe y la gratitud.
Durante el mes morado, es habitual ver a los
cargadores, las sahumadoras y las cantoras luciendo trajes morados en la
procesión.
Las
mujeres visten tradicionales hábitos morados con velos blancos. Los hombres
llevan capote y túnica del mismo color, complementados con un cordón blanco, en
señal de veneración y respeto hacia la imagen que portan.
Otra
práctica común desde el 1° de octubre es que los creyentes vistan trajes
morados durante todo el mes. Aunque esta tradición ha ido cayendo en desuso,
muchas personas aún la mantienen. “Es parte de una promesa; representa una
manera de cumplir con un pedido al Señor de los Milagros”, explica Arrelucea.
3. Visita a la Iglesia de Las Nazarenas
A
lo largo del año, la Iglesia de las
Nazarenas, en Lima, atrae a numerosos fieles que acuden a
las misas, lo que la convierte en un punto de encuentro espiritual.
Administrado por las Madres Nazarenas
Carmelitas Descalzas, este templo alberga la imagen original
del Señor de los Milagros, lo que lo transforma en un lugar de peregrinación
constante para los devotos.
En
octubre, es común ver a numerosos fieles congregarse en las Nazarenas, frente
al impresionante mosaico del Señor de los Milagros. Allí, compran velas y traen
fotos, cartas u objetos personales, esperando recibir una bendición.
La
visita a la Iglesia de las Nazarenas se ha arraigado profundamente en la
tradición de los peruanos. Para muchos, este santuario representa un espacio de
paz y conexión. La simple llegada al templo ofrece una sensación de tranquilidad
y satisfacción espiritual, que mantiene viva la devoción a lo largo del año,
más allá de la proximidad física a la imagen o a las procesiones.
4. Las sahumadoras y cantoras durante la procesión
Las sahumadoras y cantoras son figuras emblemáticas de la procesión del Señor de
los Milagros y representan una tradición que une el canto y el sahumerio. Estas
mujeres, que cantan a capela con
potentes voces, alaban al Señor con cánticos de penitencia y alabanzas.
Utilizan el sahumerio para
crear una atmósfera sagrada, siendo el incienso el más comúnmente empleado para
honrar al Señor.
“El
papel de las sahumadoras en la procesión es fundamental. Su función de ir
delante del anda para despejar el camino y eliminar cualquier obstáculo que pueda
interferir en su trayecto es significativa”, afirma la antropóloga Alba
Vega.
Durante
la celebración, el famoso himno del Señor de los Milagros resuena entre muchos,
sin importar su fe, siendo una parte integral de la festividad. Muchos fieles
participan descalzos en la procesión, como símbolo de penitencia o en
agradecimiento por un milagro recibido. Esta práctica refuerza su profundo
compromiso espiritual, ya que, ataviados con sus hábitos, expresan su amor y
devoción al Señor.
5. Gastronomía morada
Uno
de los elementos más icónicos de la celebración del Señor de los Milagros es la gastronomía afroperuana. Durante la festividad,
se preparan dulces como el turrón, los limones rellenos, los picarones y los
anticuchos. Con el tiempo, la tradición de compartir estos platos se ha vuelto
casi indispensable para llevar durante la procesión.
Existen
evidencias de que estas prácticas gastronómicas se remontan al siglo XX y están
vinculadas a la procesión. A medida que este evento nacional crece, ciertos
alimentos y postres se vuelven igualmente centrales en la celebración.
«Es
importante reconocer la labor de las mujeres afrodescendientes, quienes entrelazan
las tradiciones gastronómicas europeas, africanas y musulmanas con la cultura
andina. Me parece valioso que, en la tradición popular, se les otorgue un papel
central a figuras como Josefa Marmanillo, creadora del turrón», menciona la
Mag. Maribel Arrelucea.
Es
importante reconocer la labor de las mujeres afrodescendientes, quienes
entrelazan las tradiciones gastronómicas europeas, africanas y musulmanas con
la cultura andina. Me parece valioso que, en la tradición popular se les
otorgue un papel central a figuras como Josefa Marmanillo, creadora del
turrón".
Mag.
Maribel Arrelucea
Profesora del Departamento de Humanidades PUCP
Tomado de: https://puntoedu.pucp.edu.pe/cultura/senor-de-los-milagros-tradiciones-de-una-devocion-que-une-a-los-peruanos/