PARA TI MUJER, MADRE, ESPOSA, COMPAÑERA, HERMANA, HIJA, CUÑADA, SOBRINA,
ABUELA, TÍA, PRIMA, AMIGA
Permítanme tener presente, en esta reflexión,
a las mujeres que ya partieron de esta existencia: mamá, hermana, hija, esposa,
compañera, abuelas, tías, primas, amigas. También mi pensamiento, sentimiento y
amor para ustedes.
Primera frase. San Juan Pablo II, habla
del “genio de la mujer”. Respecto a la gran capacidad emocional,
intuitiva e intelectual de la mujer, para “ver” aquello que los varones no lo
hacen. En la mujer, encontramos esa parte fundamental de “poner
su atención”, en aquello que pasa desapercibido a los varones, la
sutileza, la delicadeza, lo esencial ante lo superfluo, la mirada, el gesto,
los modales, el tono de voz, etc., aquí, es donde aparece el “genio femenino”.
¿Qué es el genio de una mujer? Es lo que la
mujer aporta
a la humanidad, algo específico que sólo ella puede dar: su
peculiar modo de ver y hacer las cosas, incluso de descubrir aspectos de la
realidad que sólo ella puede ver.
Debemos tener presente que, en una
cultura como la nuestra, machista, racionalista, consumista y materialista,
se cuestiona y se pone en duda las capacidades, habilidades y potencialidades
de una mujer para el trabajo, o para el estudio, o que la pareja le
exija, por ejemplo, que se quede en casa para demostrarle “cuánto lo
quiere”, son aspectos dañinos que acabarán vulnerando por completo la autoestima y la propia
valoración de la mujer.
En muchos lugares, el varón sigue creyendo
que él es el dueño y amo de su pareja, y que ella no tiene ningún derecho para
ser libre en sus decisiones personales y profesionales; esta forma de pensar y
de actuar, es propio de una mente cosificada y perversa, por lo tanto,
hay que erradicar con valentía absoluta.
Mujer, si vas a aferrarte a algo, que sea a
tus sueños y no a personas. Rechaza tajantemente los apegos insanos
que hacen desaparecer tus metas y sueños, y encima buscan chantajearte
cobardemente. Te animo para que seas valiente y sueltes lo que ya no va
contigo. Recuerda que, siempre tendrás excelentes oportunidades para
tener aquello que realmente mereces en la vida.
Buscar y hacer realidad los sueños de la
infancia.
Si fuera pintor, dejaría cuadros pintados. Si fuera músico, dejaría
composiciones de música. Tú ¿Qué dejarías para la posteridad? Pues, yo creo
que, lo que dejarías son lecciones del genio femenino:
1.- Lecciones de amor
2.- Lecciones de cercanía
3.- Lecciones de fortaleza
4.- Lecciones de organización
5.- Lecciones de fe
Maravilloso cerebro de la mujer. Por
algo, el visionario san Juan Pablo II, lo llamo bellamente “genio
femenino”.
La segunda frase. El Papa Francisco, en
una de sus Audiencias Generales, de las muchas en las cuales participa, afirmó
de manera contundente y plenamente convencido al decir: “Esta es mi
opinión: las mujeres son más valientes que los hombres”. Bellísima frase y la
comparto plenamente.
Debemos tener presente que esta frase del
Papa, fue pronunciada al explicar, a partir del dato bíblico, la presencia y la
voz de la mujer en la biblia, en este caso Judith, mujer viuda y
valiente, al encarar al pueblo su falta de fe en Dios, pues, si Él
quería salvarlos o no, está en su absoluta decisión, sin que nadie interfiera
en su voluntad.
Ante todo, sin ser mezquinos y agradeciendo
la presencia de la mujer en nuestra vida, debemos reconocer que ella nos da un
ejemplo maravilloso de amor. Por ejemplo, de llevar en su vientre, un bebé por
nueve meses, sabiendo todas las complicaciones que puede tener. El momento del
parto y el post parto. Todas las angustias y temores, que pueden acumularse en
un momento. Todo esto, se entienden solo desde el amor.
Nos guste o no, la mujer, ¡sigue
dando vida! ¡Maravilloso genio femenino! ¡Qué gran valentía mujeres! ¡Hermoso
gesto de amor incondicional! Nacemos de una mujer. Nos educa una
mujer. Crecemos con una mujer. Nos enamoramos de una mujer. ¿Entonces, por qué
faltarles el respeto? Las mujeres son la esperanza de vida y el
equilibrio del mundo.
Para ustedes mujeres, madres, abuelas,
hermanas, esposas, cuñadas, hijas, sobrinas, primas, trabajadoras, estudiosas,
amigas, compañeras, colegas. Mi fraterno saludo desde el fondo de mi corazón. Y
una bendición especial para todas ustedes y para toda su familia.
Quiero terminar esta reflexión, invocando con
ustedes al Espíritu Santo. Oración creada para ti: “Yo soy,
quien ilumina tu inteligencia. Da sentido a tu vida. Propone solución a tus
dificultades. Jamás, olvides, que estoy para ayudarte. Decrétame, y estaré ahí.
Soy el Espíritu Santo”. Así sea. Gracias.
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