LA TRIBUTACIÓN Y LA CONSOLIDACIÓN
DE LA DEMOCRACIA
Los impuestos no son solo materia contable o incluso
meramente económica.
Constituyen,
más bien, una de las cuestiones centrales para el sostenimiento de un sistema
democrático. De ellos dependen la posibilidad de ejecutar el compromiso
electoral, la capacidad de distribuir el poder de otra manera, la capacidad del
Estado para ejecutar sus propias metas
El debate sobre la desigualdad se da por lo general en
el terreno de la justicia distributiva.
Sin
embargo, además de dimensiones éticas la desigualdad tiene también efectos
económicos y políticos importantes. Genera una sub-utilización de recursos
humanos y puede, por lo tanto, afectar de manera adversa el crecimiento
económico.
Para propósitos de la agenda política, la desigualdad
se relaciona con una tercera dimensión: la del poder en la sociedad.
Pues,
dicho de forma simple, quien concentra riqueza concentra poder, y este poder
compite con el que es delegado a los gobernantes en proceso democrático.
Recordemos la afirmación inicial:
“Si no existiera democracia, no existiría capacidad de
distribución del poder”.
Uno
de los desafíos básicos de la democracia es la redistribución del poder, para
que los derechos enunciados puedan convertirse en derechos reales vividos como
realidad cotidiana por los ciudadanos.
Un instrumento importante.
Para
compensar las desigualdades sociales es el fiscal, tanto a través del sistema
tributario como de la asignación de recursos públicos. De ahí que el sistema
tributario, y más en general, el sistema fiscal, estén en el corazón mismo de
la democracia.
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