LA SED DE DIOS Y LA SED DEL HOMBRE
En cierta ocasión se le preguntó a Santa Teresa del Niño Jesús ¿qué es la oración? Y respondió: “Para mí, la oración es un IMPULSO DEL CORAZÓN, una SENCILLA MIRADA hacia el cielo, UN GRITO DE RECONOCIMIENTO Y AMOR desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría “
Hay términos claves como “Tu fe te ha
salvado” “Señor, que yo vea” “Imagen y Semejanza del Creador”. Existe un
creador de todas las cosas y del hombre. El cuerpo es como un barco, solo
temporal. El cuerpo es como una obra de arte del alfarero. SOMOS ELEMENTOS DE
LA NATURALEZA: AGUA, TIERRA, AIRE, FUEGO. SOMOS BARRO Y POLVO. ES DECIR,
PERECIBLES EN EL CUERPO. Dios es el capitán del barco y el alfarero del cuerpo.
Por lo tanto, puede restaurarlo y perfeccionarlo. Respeta tu libertad y
elección, claro que sí, pero si pides libremente puede guiarte y
perfeccionarte, porque somos obra Suya: “Yo Soy el camino, la verdad y la
vida”.
Pero, sobre todo POR MEDIO DE LA
ORACIÓN, INTERESA CONOCERLE Y AMARLE, ADEMÁS, ES NUESTRA META, OBJETIVO
PRINCIPAL Y EL FINAL DE NUESTRA VIDA. Recodemos que, Jesús a la Samaritana, en
el pozo, le pide agua, “dame de beber” y Jesús, también le ofrece agua “te daré
agua que brota hasta la vida eterna”. San Agustín nos recalca que “LA ORACIÓN,
SEPÁMOSLO O NO, ES EL ENCUENTRO DE LA SED DE DIOS Y DE LA SED DEL HOMBRE. DIOS
TIENE SED DE QUE EL HOMBRE TENGA SED DE ÉL”.
(cf. CIC, n. 2560)
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