jueves, 6 de febrero de 2025

CUENTO: LOS RECUERDOS DE UN ABUELO

 


LOS RECUERDOS DE UN ABUELO

 

Introducción

Todos tenemos hermosos recuerdos de nuestra niñez y adolescencia. Un joven, llamado Patricio, de rasgos muy parecidos a los de sus padres peruanos y de modo especial de la selva, descubre una vieja consola en el desván de su abuelo. Al encenderla, se sumerge en un mundo de píxeles y sonidos nostálgicos. Su abuelo, llamado Gaspar, de origen americano, pero de madre asiática, viejo bonachón y jovial, al verlo jugar, sonríe y comienza a compartirle sus juegos de niño y de adolescente, en el campo de tu querido pueblo de San martirio de juventud. Hijo, le decía: “Nada que ver, con los juegos que ahora tú tienes y compartes con tus amigos, en mi tiempo, creo que éramos más creativos”

 

Desarrollo

El abuelo narra cómo títulos como Super Mario Bros, The Legend of Zelda y Street Fighter no solo eran entretenimiento, sino experiencias que unían a amigos y familias. Recuerda tardes enteras en las salas de arcade, donde los jugadores descubrirán secretos sin necesidad de guías ni internet. Patricio, fascinado, prueba cada juego y comprende que la diversión no depende de los gráficos, sino de la magia que transmite. Patricio, un joven curioso, descubre una vieja consola en el desván de su abuelo. Al encenderla, los sonidos y gráficos pixelados lo transportan a otra época. Su abuelo, Gaspar, al verlo jugar, sonríe con nostalgia y decide contarle historias sobre los videojuegos que marcaron su juventud.

 

Clímax

El nieto reta a su abuelo a una partida de “Pac-Man”. Entre risas y competencia amistosa, el joven comprende la importancia de estas reliquias digitales. Se da cuenta de que los videojuegos clásicos no solo marcaron a su abuelo, sino que siguen dejando huella en nuevas generaciones. En aquellas épocas las formas de jugar y de divertirse con los amigos y en familia, era de modo simple, se formaban grupos, se elegían las reglas y las competencias se definían en el campo o por sorteo. Por ejemplo: El pan, pin, pun. Era un juego parecido a la “Matachola” donde, a quien le caía la pelota quedaba “muerto” y estaba fuera de juego; pero, en el pan, pin, pun, no solamente quedaba fuera de juego, sino que se le pintaba la cara de rojo, las manos de azul y los zapatos de amarillo, y quedaban muy coloridos. Y por supuesto, se esforzaban para no quedar de esa manera. La pelota era de trapo, si caía fuerte producía dolor y quedaba el recuerdo para el día siguiente. El abuelo también le habla de los juegos de su infancia fuera de las pantallas: desafíos en el barrio, competencias en la escuela y juegos improvisados ​​con amigos. En aquel entonces, no importaban los recursos, sino la creatividad y la emoción de compartir.

 

Desenlace

Inspirado, Patricio decide compartir estos juegos con sus amigos. Pronto descubre que lo que realmente hace especiales a los videojuegos no son los gráficos, sino las historias y recuerdos que crean. Con una sonrisa, el abuelo le entrega la consola como un regalo, sabiendo que su legado continuará.

 



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