EVITA JUZGAR
Cuando estamos ante una ventana a través de la cual
podemos ver paisajes inolvidables, nos agrada contemplar todo lo que podemos
ver con claridad. Pero en el momento en que vemos una pequeña mancha en la
ventana, encontramos gran dificultad para ver con gusto todos los paisajes que
se nos presentan. Nuestra atención se centra sobre esta pequeña mancha. Es
molesto. Es fastidioso.
Esta ventana, aunque esté sucia, rallada u opaca, no
deja de presentarnos las maravillas de los paisajes por el mero hecho de ser una
ventana. Por eso cada persona, por muchos defectos que tenga, nos muestra la
grandeza de Dios, pues a través de todo hombre, si sabernos ver por encima de
la suciedad, las ralladuras y la opacidad, podemos contemplar a todo un Dios
que se nos muestra en él.
Dios nos pide no juzgar y tratar de verle a través
de cada ventana que encontremos en nuestra vida. Nos invita a no quedarnos en
los defectos que encontremos, sino que sepamos ver más allá; aun cuando esté
bastante obscurecida, pues siempre habrá al menos un rayo de luz que atraviese
esa ventana
Hagamos el esfuerzo de hacernos un examen para ser
una ventana trasparente para los demás.
A
la misericordia se le puede aplicar aquella enseñanza de Jesús:
“Con la medida que midan serán medidos".
Permítanme, pero pienso aquí a esos confesores que "apalean" a los
penitentes, que los riñen. Pero, ¡así los tratará Dios a ellos! Aunque no sea
más que por eso, no hagan estas cosas. La misericordia nos permite pasar de
sentirnos misericordiados a desear misericordiar.
Pueden convivir, en una sana tensión, el sentimiento
de vergüenza por los propios pecados con el sentimiento de la dignidad a la que
el Señor nos eleva. Podemos pasar sin preámbulos de la distancia a la fiesta,
como en la parábola del Hijo Pródigo, y utilizar como receptáculo de la
misericordia nuestro propio pecado.
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de junio de 2016)
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