viernes, 8 de agosto de 2025

GRAN DILEMA

 


GRAN DILEMA

 

Tenemos el gran dilema de la vida. ¿Obedecemos o no a la propia conciencia? ¿Qué o quién es está voz interna que nos susurra lo que debemos hacer? Y lo curioso es que, cuando no obedecemos nos sentimos mal, avergonzados, escondidos, temerosos, a veces de lo peor, y buscamos cómo acallar esta voz, con actos que peor nos avergüenzan como seres humanos. Eh ahí el reto de la coherencia en nuestra vida.

 

Es un dilema profundo y universal, una de las preguntas fundamentales de la existencia humana. La voz de la conciencia, esa brújula moral interna, ha sido objeto de debate y reflexión durante siglos en la filosofía, la religión y la psicología.

 

¿QUÉ ES LA VOZ DE LA CONCIENCIA?

No hay una respuesta única y definitiva, pero existen varias perspectivas para entenderla:

A.     PERSPECTIVA FILOSÓFICA: Filósofos como Immanuel Kant la veían como una ley moral universal, un deber que nos autoimponemos y que nos dicta lo que es correcto. Para otros, como Rousseau, era una voz innata de bondad que nos guía hacia el bien.

B.     PERSPECTIVA PSICOLÓGICA: Psicólogos como Sigmund Freud la identificaron con el superyó, la parte de nuestra mente que internaliza las normas, valores y prohibiciones de la sociedad, de nuestros padres y de la cultura. Esta voz sería el resultado de nuestra educación y experiencias.

C.     PERSPECTIVA RELIGIOSA: En muchas tradiciones, la conciencia es vista como la voz de Dios o de una entidad superior que reside en nosotros, un recordatorio de nuestra conexión con lo divino y lo trascendente.

 

EL COSTO DE NO OBEDECERLA

Tu observación sobre las consecuencias de desobedecerla es muy acertada. El sentimiento de culpa, vergüenza y miedo no es casualidad. Estos sentimientos negativos son mecanismos psicológicos que nos empujan a corregir nuestro rumbo. Al actuar en contra de nuestra conciencia, creamos una disonancia cognitiva, un conflicto interno entre nuestras acciones y nuestros valores. Para resolver esa tensión, a menudo tratamos de justificar nuestras acciones, lo cual puede llevarnos a una espiral de comportamientos de los que luego nos arrepentimos.

 

Este reto de la coherencia es el gran desafío de la vida. Se trata de alinear lo que pensamos y valoramos con lo que realmente hacemos. Cuando lo logramos, experimentamos una sensación de paz interior y autenticidad. Cuando fallamos, la conciencia actúa como un faro que, aunque doloroso, nos muestra el camino de regreso.

La verdadera pregunta, entonces, no es si debemos obedecerla, sino cómo podemos aprender a escucharla y a entender de dónde proviene esa voz para tomar decisiones más conscientes y alineadas con la persona que aspiramos ser.

 


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