CUANDO ERA NIÑO…
VER CRECER A L@S HIJ@S
El amor es amor, es amor y punto. Si te amas, amas; si
no te amas, no amas. ¿Qué no entendemos de esta frase?
“El amor no
acaba nunca… Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba
como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño” 1
Corintios 13, 8-11
Nada más contagioso y
dañino que el temor. Quien debería tener miedo a crecer, es justamente el niño, sin
embargo, cuántas veces los padres están tan pendientes de todo lo que les pueda
pasar a sus hijos, que los que, están llenos de temores son justamente quienes
deberían tener la plena confianza en sí mismos. Ese temor que papá o mamá tienen termina perjudicando a los hijos.
Nos dice, san Lucas 2, 52 "Jesús progresaba en sabiduría, en estatura
y en gracia ante Dios y ante los hombres", el único temor que
tuvieron María y José, fue en aquella oportunidad que fueron a la Pascua en
Jerusalén y de regreso, Jesús se quedó en el templo, conversando con los
doctores de la Ley. Jesús estaba en
lo suyo. Amar a su Padre y dar a conocer su mensaje de amor. Jamás se perdió y jamás lo perdieron.
Papá, mamá, descubre
en tus hij@s esa sabiduría infantil, ese amor incondicional, esa actitud abierta para
vislumbrarse y admirarse ante lo nuevo, como si fuera la primera vez que
observas algo. Mamá, papá. Aprende a
descubrirte y admirarte en tu propia obra. Ya nos lo recuerda el libro
del Génesis 1. 31 "Dios vio
que todo cuanto había hecho era muy bueno y muy bello" Recuerda
siempre que, un hijo, una hija es un regalo del Creador, eres tú el artesano.
Habla siempre con la
verdad. Habla siempre
con tu conducta. Habla siempre mirando a los ojos. Habla siempre con amabilidad.
Evita transmitir rabia, amenazas, temores, miedos, inseguridades, dudas, poca
fe. Eres tú el referente más seguro
para tu hij@... Dale seguridad, fe en sí mismo, que aprenda a ser
agradecido, despierta en él y en ella, la plena confianza en Dios que nunca
abandona, sé modelo de diálogo, de escucha, de silencio, de oración. Bellamente
nos dice san Francisco de Asís: “¡Señor,
haz de mí un instrumento de tu paz! …donde haya tristeza, ponga yo alegría”
Vive con la seguridad
en tu corazón de que no estás sol@ en esta tarea de criar y educar a tus hijos. Siéntete, demuestra y acepta esa plenitud de que Dios
te ama y nada te puede pasar, ni el más mínimo temor puede ensombrecer tu
semblante. Dios te dio esa labor
y se preocupa más de ti, que tú mismo de tu persona. “Las
aves del cielo no siembran y tienen alimento, las flores se visten de tal
manera que ni el mismo rey Salomón lo hizo en vida…, cuanto más hará Dios por ti”.
Es digno de admiración, ser testigos de ver crecer día a día a un hijo, a
una hija, en estatura, en conocimiento, en confianza, en amor, en vocabulario,
en creatividad, en preguntas e inquietudes… pero, lo más bello
y realmente extraordinario ¿sabes que puede ser? en palabras de san
Lucas: “quedaban admirados de
las preguntas y las respuestas que daba”, es decir, debemos seguir
aprendiendo de ese niño o niña. Y precisamente el “niño perdido y hallado en el
templo” nos lo recuerda: “quien no se
hace como niño, no entrará en el Reino de los cielos”
No es la niñez de la
inconducta o la malcriadez, nada que ver. No hablo de eso aquí. Hablamos de la curiosidad, de
la plenitud de vivir siempre el presente. De ser mente abierta para seguir
aprendiendo en el día a dia. De ser buena gente, educado, respetuoso,
agradecido. Alegre, sonriente...
Extraordinaria
enseñanza de Cristo. Pues, es Él, el Maestro por excelencia. Como siempre Jesús y sus
paradojas. “si tuvieran fe como un grano de mostaza, …cosas más grandes verán y
cosas más grandes harán”
pues todo es cierto, ese niño es grande, yo grande, soy el niño. Tú grande no
dejes jamás de ser niño. Solamente empatizas
con un niño cuando tienes el corazón de un niño.
De manera preciosa entendió san Agustín, en esta frase
suya: “Señor dame lo que me pides,
luego, pídeme lo que quieras,” es decir, “Dios, es más íntimo que yo mismo” Sabe perfectamente quien
soy. Dios jamás abandona a las almas generosas. Dios nunca se deja ganar en
generosidad. Te pondrá a prueba, pero, confía, ten confianza en Él. Siempre está
a tu lado.
Recuerda papá,
recuerda mamá. Nunca perderás a ese niño o a esa niña, solamente ha crecido, es más
independiente, se hace adulto, será profesional, dejará algún día el nido, y
seguirá transmitiendo esa sonrisa, esa paz, esa armonía, esa virtud, esa fe
inquebrantable, ese amor que, tú algún
día, sembraste en él o en ella. Tú hiciste lo mismo con mi abuelo y mi
abuela. Te criaron, te educaron para la vida y estás agradecid@ a ellos. Gracias abuelos por mis padres que amo.
Ten presente estas palabras del Ángel Gabriel a los
pastores: “Paz a los hombres que ama
el Señor”. Dios siempre nos amó primero. Es un dignísimo saludo y es una dignísima despedida desde lo divino
para lo humano, para alguien que todo lo dio, día a día para transmitir
lo mejor de sí, desde el corazón humano para llegar al corazón divino. Papá,
mamá. Nada has perdido. Nada se
perdió. Todo lo ganaste en el corazón de Cristo. Él te iluminó. Él te
iluminará. Él decidió tu caminó. Sé siempre agradecid@.
Eternamente agradecido
a mis amadísimos padres. Un gran abrazo y beso. Gracias papá, gracias mamá “El
amor no acaba nunca… Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño…” 1
Corintios 13, 8 -11
No hay comentarios.:
Publicar un comentario