lunes, 7 de mayo de 2018

LA AMISTAD DIVINA


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LA AMISTAD DIVINA

Si hay una palabra que puede llamar la atención es el término amigo. La amistad, o el tener un amigo, es algo que todos valoramos pero que muchas veces podemos dar por hecho y se nos puede olvidar lo que significa tener un amigo.
Cuando llamamos a alguien amigo, no de una manera superficial, sino cuando nos referimos a un amigo de verdad, nos pueden venir muchas cosas a la cabeza para poder describir lo que para nosotros significa tener una amistad. Sin embargo, una de las características más evidentes de un amigo es que éste es una persona que siempre está.
Lo impresionante aquí no es la belleza de la amistad, sino a quiénes se refiere dicha amistad, es decir, la amistad que tengo yo con Dios, que Dios tiene conmigo. Por lo tanto, el que Jesús me llame amigo me sorprende pues no lo está diciendo de una manera superficial, lo está diciendo de una manera real. Él no sólo es Aquél que siempre ha estado, está o estará, sino que ha llevado la amistad al punto más radical, ha dado su vida por mí.
Jesús quiere pasar de una relación lejana como la que tiene un amo con su siervo a una relación cercana como la que tienen dos personas que se conocen, que se frecuentan, que confían entre sí. Es decir, Jesús quiere pasar de ser el Dios que muchas veces podemos crear, un Dios lejano, indiferente, a ser sencillamente el Dios que es, es decir, un Dios que se acerca, un Dios que está, que permanece en mí…, un Dios que es amigo.
Estamos invitados a celebrar, esa misteriosa comunión entre Dios y su Pueblo, entre Dios y nosotros. La lluvia es signo de su presencia en la tierra trabajada por nuestras manos. Una comunión que siempre da fruto, que siempre da vida. Esta confianza brota de la fe, saber que contamos con su gracia, que siempre transformará y regará nuestra tierra.
Una confianza que se aprende, que se educa. Una confianza que se va gestando en el seno de una comunidad, en la vida de una familia. Una confianza que se vuelve testimonio en los rostros de tantos que nos estimulan a seguir a Jesús, a ser discípulos de Aquel que no decepciona jamás. El discípulo se siente invitado a confiar, se siente invitado por Jesús a ser amigo, a compartir su suerte, a compartir su vida.
"A ustedes no los llamo siervos, los llamo amigos porque les di a conocer todo lo que sabía de mi Padre". Los discípulos son aquellos que aprenden a vivir en la confianza de la amistad de Jesús.

(Homilía de S.S. Francisco, 12 de julio de 2015).
http://www.es.catholic.net/op/articulos/69400/evangelioBoletin.html#

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