SEMEJANZA CON EL CREADOR
La unión que pueden formar
el hombre y la mujer ante el matrimonio y la familia, se logra hacer a imagen
de la unidad del Padre que ama incondicionalmente al Hijo, y del Hijo que se da
sin medidas al Padre.
Somos imagen de Dios por
la unión que somos capaces de alcanzar. Para eso Dios nos ha creado. Ante tal
belleza, Él no quiso permitir la desunión. En cada hombre y mujer capaz de
donarse se ve la imagen y semejanza de este intercambio de amor.
Todos estamos llamados a
darnos y donarnos, pues es el núcleo de toda vocación. Ahora bien, podremos ser
una imagen de Dios oscurecida, arrugada e incluso rota… Esto no era el plan
original de Dios, pero, sin importar las circunstancias, "toda
persona" podrá seguir siendo reflejo de Dios mientras pueda seguir donando
sus fuerzas, entregando su persona y amando sin medidas, porque el amor que
cuesta es el reflejo más perfecto de Dios.
Sólo debemos aprender a
amar desde nuestra realidad personal. Es difícil, pero basta ver el crucifijo
para entender la locura del amor, pues no hay resurrección sin muerte; no hay
entrega sin renuncia.
Dios no ha creado al ser
humano para vivir en la tristeza o para estar solo, sino para la felicidad,
para compartir su camino con otra persona que le sea complementaria; para vivir
la extraordinaria experiencia del amor: es decir de amar y ser amado; y para
ver su amor fecundo en los hijos.
Este es el sueño de Dios
para su criatura predilecta: verla realizada en la unión de amor entre hombre y
mujer; feliz en el camino común, fecunda en la donación recíproca.
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de octubre de 2015).
http://www.es.catholic.net/op/articulos/69620/evangelioBoletin.html#
video
No hay comentarios.:
Publicar un comentario