REFLEXIÓN SOBRE EL
COLECTIVO Y
SUS REPETICIONES
INCONSCIENTES
“No hay mal que dure sin cien años ni pueblo que lo resista”
Tras los procesos de Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alán García, Ollanta Humala,
Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra, Dina
Boluarte… Perú se muestra en evidencia como uno de los países de América Latina
donde la corrupción es sistemática,
y la legitimidad de las instituciones se pone en tela de juicio. No logramos consolidar nuestra democracia. Se
usa la ley para delinquir y para destruir el país. No para proteger al
ciudadano y para crear desarrollo.
Aunque parezca curioso, pero, lo es, y
esto es lo lamentable, todo parece estar orientado para acabar con la
democracia en el país. Inconsciencia total. Se actúa de
modo automático sin responsabilidad alguna de parte de quienes son los llamados
“padres de la patria”. La Ley en el
Perú, está dada para tener este tipo de autoridades. Pues, la CPP
(Constitución Política del Perú) desde 1993, se encuentra vigente actualmente,
lo permite.
Recordemos que, somos parte de la
cultura occidental, globalizada, racionalista, consumista y materialista.
Sin embargo, es curioso que, más que lo racional y las propuestas de ideas
claras, pesa lo subjetivo y lo
emocional, en la elección de las autoridades (sucede en el deporte, la
política y la religión). Se pierde la
objetividad y se impone la subjetividad (la cara bonita, habla bien, nos
promete obras y un gobierno honesto…, todo un disfraz para engañar… etc.)
A esto, se agrega otra observación
histórica, el “subconsciente colectivo” en la mente de la gente (el
hombre sufrido del ande, el pobre que surge de la nada, la informalidad que
destruye lo formalidad porque no lo dejan trabajar, el campesino que
merece una oportunidad, el analfabeto que quiere ser presidente, el mediocre
que puede ser congresista, el asesino declarado inocente por el juez…, puras lamentaciones e “inconsciencia
apelando a la miseria de la gente” etc.)
Además, todo esto se ve reforzado, de
alguna manera retorcida, por la misma conquista, y no por “el encuentro de dos
mundos”, para disfrazar los hechos, pues, toda conquista es violenta y sangrienta,
y no dándose la mano y el abrazo; este “aporte de los conquistadores”
incluye a su paso el desprecio, la muerte, la opresión, la discriminación, el
mutilar las creencias, la imposición religiosa, etc.,
Por otro lado, todo esto nos lleva a que, si logramos
un análisis de nuestra actual realidad, donde
impera el desprecio de la ley por las propias autoridades y del pueblo, nos
conduce, a la sumisión, a las cero protestas, a la resignación y a la amargura
disfrazada de compasión, que impide la visión de futuro y empuja a la
resignación del presente.
Es decir, un pueblo que es
maltratado, y que se lamenta de sus heridas y, por otro lado, quiere olvidar a
quien le hace daño. Y se vuelve a repetir el círculo vicioso, en la
elección de las autoridades, un pueblo que aparentemente todo lo cuestiona
fríamente, pero que, a la hora de
elegir se vuelve tímido y sentimental. Prevalece el subconsciente colectivo de la sumisión.
Un pueblo sentimental y emocionalmente
manipulado por los medios de comunicación, que tiene autoridades que, “celosamente” aplican la ley al más indefenso de
manera brutal y abusivo, y que al mismo tiempo tiemblan cuando un “poderoso” los
amenaza desintegrando sus intereses particulares.
¿Es posible el cambio? Totalmente de
acuerdo. Sí, es posible el cambio. Tengamos presente que, hay una dura resistencia de
“poderosos” que impiden el cambio o la modificación de la Constitución Política
del Perú - CPP, y siguen “anclados” en los 3 poderes del estado (Ejecutivo –
Legislativo – Judicial)
Si realmente queremos un cambio radical,
surgen interrogantes: ¿Quién o
quiénes quieren un cambio? ¿Son l@s ciudadan@s los que deben tomar la
iniciativa? ¿Seguimos esperando que las autoridades lo hagan? En nuestra patria sí tenemos talentos,
gente pensante, gente con valores éticos – morales, con testimonios de vida y de
compromiso con el bien común…
Hay que re-pensar todo, desde la
familia, los valores, la educación, los grupos representativos, la juventud.
“No hay mal que dure sin cien años ni
pueblo que lo resista”
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