AUTORIDAD Y SALARIO
El que es un
“asalariado” trabaja por un salario, que es su principal preocupación y razón
de ser de su labor. Esto sucede con muchos de nuestros funcionarios. Trabajan
por un sueldo, pero olvidan cual es el sentido de su trabajo y por qué ocupan
dicho cargo. El sentido de ganar un sueldo y de olvidar su principal dedicación,
muchas veces hace que sean vistos como enemigos del servicio que deben brindar
a los ciudadanos.
Ni siquiera se puede
decir que son servicios desinteresados, porque desde el momento que exiges un
pago a cambio, el desinterés se convierte en un trabajo obligado. Es decir, es
mi obligación hacer y cumplir la labor para lo cual soy contratado o soy
permanente en dicho cargo. Por lo tanto, me debo al empleador o empresa o
estado para quien presto mis servicios, y sobre todo a quienes va dirigida esta
labor. Y aquí viene el problema, que se olvida fácilmente que el asalariado se
debe a un pueblo a una comunidad.
Pero el tener un cargo y
ser asalariado, no da derecho a ser dueño de ello. Curiosamente, muchos olvidan
el servicio que deben dar y creen ser dueños, del cargo que usan a su manera y
en beneficio propio. No les basta el salario que reciben a cambio de su
trabajo, que tienen que, apropiarse de lo ajeno. No se sienten identificados
con la labor que realizan, y buscan todo tipo de justificaciones para estar
ausentes. No les interesa cumplir con las promesas y los bellos mensajes para
llegar a los cargos. Les interesa solo el salario y lo que puedan llevarse.
¿Cuál es la razón, por
la cual, se niegan a realizar su labor? Dejar de lado su razón de ser, el
servicio que merece todo ciudadano. Porque lejos de confiar en ellos, mas bien
hay que tener cuidado y preocupación con lo que hacen. Se pude observar
inclusive que, algunos se han vuelto mercenarios y justicieros de hechos
delictivos y solo piensan en si mismos, en sus conveniencias confiados en su
poder e influencias.
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