TÚ Y YO

TÚ Y YO

Hace 25 años o exactamente un cuarto de siglo, hubo una reunión de varios grupos religiosos, con una declaración importante sobre el trato que reciben muchas personas en el mundo, pero curiosamente, que poco se ha avanzado en este tema.

Del manifiesto del parlamento mundial de las religiones 1993.

Todos sabemos que, en todas partes del mundo hay seres humanos que siguen siendo tratados inhumanamente. Son desposeídos de sus posibilidades de vida y de su libertad, sus derechos humanos son pisoteados, su dignidad humana despreciada.

Pero, fuerza no equivale a derecho. Ante tanta inhumanidad nuestras convicciones éticas y religiosas reclaman. Todo ser humano debe ser tratado humanamente.

Esto significa que, todo ser humano sin distinción de sexo, edad, clase, color de piel, lengua, religión, ideas políticas o extracción social posee una dignidad inviolable e inalienable.

De forma que todos, tanto individuos, como estado, están obligados a respetar esa dignidad y a garantizar eficazmente su tutela.

También en el caso de la economía, la política y los medios de comunicación, los institutos de investigación y en las empresas, el ser humano siempre debe ser sujeto de derecho, siempre debe ser fin nunca un medio, nunca objeto de comercialización e industrialización.

Nada ni nadie, está más allá del bien y del mal, ni individuo, ni estrato social, ni grupo de intereses, por influyente que sea, ni cartel de poder, ni aparato policial, ni ejército, ni estado.

Al contrario, todo ser humano como dotado de razón y de conciencia, está obligado a comportarse de forma verdaderamente humana y hacer el bien y evitar el mal.

Manifiesto del Parlamento Mundial de las Religiones (1993). De Santillana. PFRH

Para recordar que muchas veces, fácilmente olvidamos la importancia que tiene cada persona en nuestra vida, la forma como la tratamos cuando nos relacionamos. Es importante tener presente que cada persona refleja lo que cada uno es. La percepción que tengo de los otros, es muchas veces mi propia percepción. Y la propia percepción se ve reflejada en los demás. 

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