viernes, 30 de marzo de 2018

TESTIGOS DE DIOS


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TESTIGOS DE DIOS

Hay hechos que marcan nuestra existencia. Momentos o situaciones en los cuales, nos encontramos de frente a una realidad que nos sobrepasa. Ante ello, nos maravillamos o nos angustiamos, nos alegramos o nos entristecemos; haciendo cambiar espontáneamente nuestra manera de pensar, nuestra manera de ver o incluso nuestra manera de actuar. Ante estos hechos hay que comprender la realidad, la cual nos convierte en testigos o protagonistas de una experiencia o un hecho vivido, un acontecimiento que nos ha marcado.
El gran acontecimiento de Jesucristo, lo cual nos convierte en testigos de la resurrección de aquél que ha muerto y vuelto a la vida por cada uno de sus hij@s. Es por ello que no podemos ser indiferentes ante este hecho, sino que debe de marcar nuestras vidas, pues es aquí donde se experimenta claramente la grandeza y la acción de Dios omnipotente.
Al experimentar esta grandeza, nos convertimos como María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé, en testigos de la grandeza de Dios y más aún palpamos en el fondo de nuestro corazón la resurrección de Jesucristo, pues aquél que es testigo, no está llamado a tener una actitud pasiva, al contrario, está llamado a dar testimonio de aquello que ha vivido, a compartir aquella experiencia que ha hecho y más aún a dejarse cambiar por la mano bondadosa de un Dios, omnipotente, que ha revivido para estar presente en cada instante de la vida.
Está llamado a transmitir la alegría, a ser portador del gozo de haber experimentado el amor de un Dios, que ha muerto, pero que hoy, más que nunca, ha resucitado. Quien hace esta experiencia se convierte en testigo de la Resurrección, porque en cierto sentido ha resucitado él mismo, ha resucitado ella misma. Entonces es capaz de llevar un "rayo" de la luz del Resucitado en las diversas situaciones: en las felices, haciéndolas más bellas y preservándolas del egoísmo; y en las dolorosas, llevando serenidad y esperanza. (Papa Francisco, 21 de abril de 2014)
Las mujeres en el sepulcro. Fueron a encontrar a un muerto, su viaje parecía inútil. También ustedes van por el mundo a contracorriente: la vida del mundo rechaza fácilmente la pobreza, la castidad y la obediencia. Pero, al igual que aquellas mujeres, van adelante, a pesar de la preocupación por las piedras pesadas que hay que remover. Y al igual que aquellas mujeres, las primeras que encontraron al Señor resucitado y vivo, se abrazan a Él y lo anuncian inmediatamente a l@s herman@s, con los ojos que brillan de alegría. (Homilía de S.S. Francisco, 2 de febrero de 2018)
 http://www.es.catholic.net/op/articulos/68963/evangelioBoletin.html#


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