CRISTO
RESUCITADO
EL
SUEÑO DIARIO
Nos
dice Calderón de la Barca, “la vida es un sueño y los sueños, sueños son”. Una
gran parte de nuestra vida nos la pasamos durmiendo. Que en palabras de Jesús
la muerte es un sueño, cuando le dicen, Señor, el amigo a quien amas está
enfermo. Jesús dice, no se preocupen la enfermedad de Lázaro no es de muerte, y
luego de tres días, inesperadamente Jesús les recuerda a sus discípulos, vamos
a despertar a Lázaro porque él duerme.
La
tercera parte de la vida de una persona es dormir, si se tiene 30 años, 10 años
ha dormido o ha experimentado la muerte temporal. Nos dice el cantante Enmanuel
en una de las letras de su canción “quiero dormir cansado y no despertar jamás,
quiero dormir eternamente y no despertar llorando con la pena de no verte”.
Muchísimas
personas no pueden dormir y sufren por ello, porque necesitan estar “pilas cada
día”. Pero muchos padres de familia, sin saberlo están condenado a sus hij@s
con celulares en mano, a no dormir o dormir demasiado tarde, y cuando deben
estar alegres, felices, llenos de vida cada día, están tristes, amargad@s,
coléric@s por falta de sueño. Los están envejeciendo antes de tiempo, por eso,
son niñ@s y jóvenes viej@s, con el rostro cansado.
EL
TÉRMINO INMORTALIDAD
Jesús
no inventó el termino inmortalidad, sino que cinco mil años antes del
nacimiento de Jesús, ya los filósofos griegos: Sócrates, Platón, Aristóteles y
otros más, ya hablaban de la inmortalidad del alma, y muchas culturas como la
egipcia, los mesopotámicos, los arameos, los romanos, los incas, los mayas ya
rendían culto a sus difuntos, dándoles los honores que correspondían, dándole
un significado especial a la muerte con la esperanza de la resurrección.
El
escritor ruso, León Tolstoi, hablando sobre la fe dice “solamente la fe es
capaz de dar sentido a la actividad humana. Toda persona siempre cree en algo
para actuar”. El mismo filósofo Jean Paul Sastre a pesar de su nausea, “lo más
perverso que Dios ha creado, es el hombre”, cuestiona a Dios sin negarlo. Y
Tomás Hobbes dice “el hombre es un lobo para el hombre”. Y el mismo Blas
Pascual cuenta que, uno de sus discípulos le dice “maestro hemos abierto miles
de cadáveres y nunca hemos encontrado el alma”, y el maestro le responde
“cuando muera tu madre, ábrela en miles de pedacitos y a ver si encuentras el
amor que tanto te tuvo en vida”.
Hay
una dimensión espiritual en el hombre que no se puede ver, ni palpar… por los
sentidos. El aire no lo veo, y no tiene ningún sentido negarlo. El pensamiento
no lo veo…, la palabra que pronuncio no la veo…, los sentimientos que tengo no
los veo…, el bebe que una madre embarazada lleva no lo veo…, la inmensidad del
universo no lo conozco…, del poder del agua, del fuego, del viento…, y muchas
cosas de sentido común en la vida, simplemente porque no soy capaz de ver,
conocer, entender… no tiene ningún sentido el negarlos.
De
las religiones existentes, solamente el cristianismo nos habla de la
resurrección, poniendo como testimonio la de Jesús. El campesino cuando siembra
su papa, su maíz, etc., tiene que enterrar el grano bajo tierra, para dar a luz
la nueva planta, y espera con paciencia hasta que nace; de manera semejante, el
cuerpo, este cuerpo, tu cuerpo, mi cuerpo tiene que morir para dar paso a la
nueva vida, la resurrección, de la cual Cristo es el primogénito de la
creación.
APARICIONES
DE JESÚS
A
MARÍA MAGDALENA. La hermana de Lázaro y Marta, fue la
única que se atrevió a ungir a Jesús aun estando en vida. Una de las
privilegiadas para ver Jesús resucitado, aunque aparentemente confundió a Jesús
por el jardinero a quien dice “señor, si tú lo has llevado, dime donde lo has
puesto y me lo llevaré”, entonces aquel oído acostumbrado a escuchar el timbre
de voz del Maestro, dice “María”, ella responde “Rabboni” = “Maestro”.
Indescriptible
alegría lo que ella experimentó. Es la discípula atenta, persistente y fiel que
jamás dudó de las palabras del Maestro y sin importarle las “habladurías” fue a
buscarlo y lo encontró transformado, aunque es el mismo, al mismo tiempo ya no
lo es, por algo ella lo confundió con otro, es el Cristo resucitado que aparece
por la vida.
A
LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS. Estando dos de los discípulos tristes,
cabizbajos y camino a Emaús. De pronto un peregrino los acompaña y les hace
preguntas que ellos no entienden, y se cuestionan, cómo un peregrino no se ha
enterado de los últimos acontecimientos graves como la muerte de Jesús de
Nazaret. Y mientras caminan aquel peregrino les explica admirablemente las
escrituras y lo referido sobre el Mesías.
Llegan
a su destino, lo invitan a pasar la noche y sentados a la mesa, aquel
peregrino, los vuelve a sorprender y hace un gesto sumamente conocido y
familiar para ellos, toma el pan, lo bendice, lo parte y lo reparte, entonces,
sus ojos se abren y reconocen al Maestro, que desaparece a su vista.
Sus
presentimientos son reales “¿acaso no ardía nuestro corazón mientras nos
hablaba por el camino?” Y es justamente en la caminata, la comida y en la
fracción del pan, donde por los gestos lo reconocen, mientras sus ojos y sus
oídos no eran suficientes para descubrir la nueva apariencia de Cristo
resucitado que nos acompaña por la vida.
DISCÍPULOS
DE PESCA. Pedro, Juan, Santiago y otros discípulos
desolados por la ausencia del Maestro. Pedro dice “voy a pescar”, los demás le
responden “vamos contigo”. Toda la noche pescando, no hay pescado. Llega la
madrugada y una voz en la orilla les dice “¿tienen pescado?” “lancen la red a
la derecha, y la pesca fue espectacular”. Juan dice a Pedro, es el Maestro, y
Pedro, se lanza al mar para nadar hacia la orilla.
Comparten
el desayuno. Y aquella mañana, el Maestro le hará a Pedro tres veces la misma
pregunta “¿me amas?” y al final le ratifica la misión “apacienta mis ovejas”.
Desde aquel momento, la pena dolorosísima de la negación queda en el olvido y
le ratifica aquella confianza de “tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré
mi iglesia…”
Tres
maneras de manifestarse y muchas más. A partir de la resurrección de Jesús y la
confesión de Pedro, nace un nuevo significado del término amor. El amor nace
del apoyo total y pleno que Cristo le da a mi vida. Ya no nace el amor de mi
convicción sino el amor viene de Él. Es Cristo la fuente divina del amor en mi
vida y que se irradia hacia los demás. Por lo tanto, el origen de donde mana el
verdadero amor es Cristo resucitado, es la nueva vida, es quien transforma la
naturaleza humana en un cuerpo divinizado y espiritualizado, naturaleza
material en naturaleza inmaterial.
Aquí
las palabras del premio nobel de física, Max Planck, quedan al descubierto
cuando dice “toda mi vida como científico he investigado la materia, y
finalmente puedo afirmar que, la materia no existe”. Porque en última instancia
la materia es energía, información, es vida, lo es todo. La misma ciencia se
inclina ante un fenómeno que no debe parecernos espectacular porque sucede en
la vida diaria de la naturaleza.
Cristo
nos dejó una bella enseñanza, y ese es un excelente acontecimiento, vivió la
sencillez de la cotidianidad. Como diría un niño cusqueño: “Papa, papito,
Taytacha de los Temblores, nunca te dejaremos, nunca te dejaremos”, palabras de
un niño con una fe de adulto. Y Jesús dice con palabras de adulto la fe de un
niño “Gracias, Padre, porque siempre me escuchas”.
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