TESTIGOS
Más de alguna vez en la
historia de la humanidad, el hombre encontró dificultades al querer conocer,
alcanzar o entender a Dios. ¿Quién de nosotros no ha sentido, de alguna u otra
forma, esta incapacidad?
Por eso, cada vez que
leemos el Evangelio es volvernos a poner en presencia del que ha venido de lo
alto como testigo de la luz, como testigo de lo que la inteligencia y la
voluntad del hombre nunca hubiesen podido comprender.
Ha entrado, en la vida de
cada uno de nosotros, el Testigo del Amor puro, a fin de que nosotros podamos
imitar este acto de donación. Gracias a este hecho, ahora podemos hablar el
lenguaje del cielo y pensar según los criterios que echan sus raíces en un
plano sobrenatural.
El arte del servicio, de
la fidelidad y de la entrega incondicional sin recibir nada a cambio sólo se
vive con una mentalidad sobrenatural. Nuestra meta es ser testigos del que se
nos ha presentado como la Bondad, la Belleza y la Verdad.
Cada uno de vosotros, con
vuestras limitaciones y fragilidades, podrá ser testigo de Cristo allá donde
vive, en la familia, en la parroquia, en las asociaciones y en los grupos, en
los ambientes de estudio, de trabajo, de servicio, de ocio, donde quiera que la
providencia os guíe en vuestro camino.
(Homilía de S.S. Francisco,
31 de julio de 2016). http://www.es.catholic.net/op/articulos/69095/evangelioBoletin.html#
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