¡VIVE EN CONFIANZA!
EL PODER DE LA PROVIDENCIA DIVINA
Mateo 6, 25-27
¡El poder de la fe está en ti!
¿Por qué tanta preocupación? ¿Para qué tanto
afán? ¡Mejor confía y fluye con la certeza de que Dios cuida de ti!
RECUERDA:
Las palabras tienen poder. Aquí te comparto
una oración inspiradora al Espíritu Santo:
“Yo soy quien ilumina tu inteligencia, da
sentido a tu vida y propone soluciones a tus dificultades. Jamás olvides que
estoy aquí para ayudarte. Decrétame y estaré contigo. Soy el Espíritu Santo”.
¡Amén!
¿QUÉ NOS DICE JESÚS EN EL EVANGELIO?
Jesús nos invita a soltar la ansiedad y
confiar plenamente en la providencia de Dios:
“No se preocupen por su vida, por lo que
comerán o por su cuerpo, por lo que vestirán. ¿No es la vida más que el
alimento y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo: no siembran
ni cosechan ni guardan en graneros, y, sin embargo, el Padre celestial las
alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se
preocupe, puede añadir un solo momento a su vida?”
DEFINICIÓN:
Providencia: “Cuidado del mundo y de los
hombres que los creyentes atribuyen a Dios”.
Dios sostiene todo con amor, y tú eres parte
de su plan. Nos ha dado la misión de administrar con sabiduría lo que nos
rodea. ¡Él nos provee!
¿DÓNDE ESTÁ PUESTA NUESTRA FE?
A veces el mundo nos distrae, y nuestra fe se
desvía hacia lo material: dinero, poder, fama, posesiones... Pero la Palabra
nos recuerda: “No te preocupes por el mañana, que ni conoces ni puedes evitar”.
¡Confía!
EL TALMUD NOS DICE:
“No te inquietes por el mañana, porque no
sabes lo que el día traerá”.
Cada día tiene su propio afán. En vez de
preocuparnos, podemos decir con alegría: “Gracias, Señor, por todo” o “Gracias
a Dios por todo”. En la presencia de Dios, todo cobra sentido.
¿SIGNIFICA ESTO QUE NO DEBEMOS
TRABAJAR?
¡Para nada! Dios nos ha dado talentos y
habilidades para prosperar. Nos llama a vivir con pasión y confianza, sin
esclavizarnos a la ansiedad. “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y
todo lo demás les será dado por añadidura”.
LA NATURALEZA NOS ENSEÑA
Jesús nos habla de las aves y los lirios del
campo. Las aves no almacenan ni se preocupan, y Dios las cuida. Los lirios
crecen sin esfuerzo, y ni Salomón con toda su riqueza se vistió como uno de
ellos. ¡Dios cuida cada detalle de la creación, y tú eres su tesoro más
valioso!
LA FE QUE MUEVE MONTAÑAS
Jesús nos desafía: “Si tuvieran fe del tamaño
de un granito de mostaza...”. ¡La fe nos abre las puertas a la maravillosa
providencia de Dios!
El centurión romano dio un gran ejemplo
de confianza cuando dijo: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero basta
una palabra tuya...”. ¡Esa es la certeza que Dios espera de nosotros!
JESÚS Y SU MENSAJE CLARO
“Busquen primero el Reino de Dios y su
justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura”. ¡Confiemos en Dios y
vivamos con alegría!
EL TRABAJO ES IMPORTANTE, PERO NO LO ES
TODO
Dios nos llama a usar nuestros talentos con
pasión, sin dejarnos dominar por la ansiedad. Trabaja, esfuérzate y pon tu
confianza en Él.
¡ACTIVA TU PODER INTERIOR!
El poder de Dios está en ti. Prueba este
decreto:
“Espíritu infinito, haz que encuentre hoy una
excelente labor con una excelente remuneración, donde pueda poner en práctica
mis talentos con alegría y servicio. Todo conforme a tu voluntad y bajo la
acción de tu divina gracia”. ¡Amén!
JESÚS, EJEMPLO DE SERVICIO Y LABOR
Jesús trabajó y sirvió con amor. En Nazaret
fue carpintero y cuidó de su hogar. Su lema era: “Mi alimento es hacer la
voluntad de mi Padre y llevar a cabo su obra”.
En cada acción, ya sea en el estudio, el
trabajo o el servicio, podemos confiar en que Dios nos provee y sostiene.
RECUERDA:
Dios está contigo en todo momento. Como nos
prometió:
“Yo les enviaré al Paráclito, el Espíritu de
la verdad, para que siempre esté con ustedes” (Juan 14, 15-21).
Y su mensaje sigue vivo:
“Yo soy quien ilumina tu inteligencia, da sentido a tu vida y propone solución a tus dificultades. Jamás olvides que estoy aquí para ayudarte. Decrétame y estaré contigo. Soy el Espíritu Santo”. ¡Amén!
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