LECCIÓN
DE VIDA
La
mejor lección que recibí en mi vida fue de Javier, mi hermano menor. Era una
tarde calurosa, como las tardes del clima tropical en el nororiente del Perú.
Éramos adolescentes y jugábamos pelota en el campo del barrio, pie cala, con
los patas del vecindario. Nuestra madre, siempre nos necesitaba para alguna
compra. Como parece suceder cuando estas haciendo lo que más te gusta alguien
interrumpe ese momento único y no quieres dejarlo.
Y
sucedió lo que iba a pasar en algún momento del partido. Acercándose mamá para
ver dónde estábamos, con voz fuerte y decidida, decía: ¡Javieeer ven para que
vayas a compraaar! Y ante el silencio, volvió a repetir: ¡Javieeer ven para que
vayas a compraaar! Por supuesto, parecía la voz dirigida hacia mí y yo me
sentía involucrado.
Como
sucede con los hermanos mayores, me sucedió a mí, con derecho de hacer
prevalecer el respeto y la obediencia. El “mirar la paja en el ojo ajeno” sin
fijarme lo que tenía en mi conducta, creyendo que uno es el bueno y modelo para
los demás.
¡Nooooooooo,
quieeeeeroooooo!, fue la respuesta. ¡Qué bravo mi hermanito! Fuerte y decidido
como la palabra de mamá. Y como estábamos sudando por el deporte, con una
temperatura de 35° a campo abierto, estaba lleno de coraje y además, iba
perdiendo la apuesta de 50 centavos, y se tenía más valor. Y siguió jugando.
Mamá seguía llamándolo y él seguía negando.
Aquí
aparece, el chico de secundaria hablando al chico de primaria. Con toda la
autoridad que cree tener sobre su hermano. ¡Javieeer ¿no estás escuchando que
te llama la mamá?! Y él seguía jugando sin inmutarse, por supuesto, me olvidé
del partido y volví a decirle: ¡Javieeer ¿no estás escuchando que te llaman?!
Y
como quien te mira, cuando se está tan ensimismado en algo o en alguien, y de
pronto vuelve en sí. Agarró la pelota, parando el partido ante la protesta de
los demás compañeros, se me acercó, ahora me lanza la pelota, pensé. Esto fue
lo que pasó. Aquí, viene la gran lección de vida, que me dio mi hermano menor,
mirándome a los ojos me dijo: “si tú, no le haces caso”.
¡Qué tal lección! ¡Y yo
pensé que era su modelo de obediencia!
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