QUERID@
VIEJIT@
El
miedo, el temor, la angustia, el pánico, la tristeza para envejecer es quizá la vivencia de la mujer y el varón de hoy. Lo rodean multitud de indicaciones
de que el envejecimiento y la senectud son negativos o, por lo menos, que son
objeto de burlas, bromas pesadas, chistes hirientes o palabras y frases
despectivas.
La
publicidad nos impulsa a cambiar los modelos de automóviles viejos por otros
más nuevos y veloces. Las empresas jubilan a l@s ancian@s lo quieran ell@s o no
y l@s reemplazan con emplead@s más jóvenes. Much@s de nosotr@s ni siquiera
queremos utilizar la palabra "viej@"; optamos por expresiones
alternas como "senectud", “coch@”, “viejit@”, “abuel@”, "longev@s,
“peina canas”, "la tercera edad" u otr@s.
Muchas
de las actitudes ante la senectud provienen de un modelo de decrepitación de la
persona: con el paso de los años es inevitable el deterioro gradual en el
aspecto físico y mental. En otras palabras, la edad cronológica es lo que hace
"viej@s" a las personas.
Es
cierto que, existen notables diferencias en la constitución física de l@s
ancian@s, según su estructura genética y su ambiente. Así conocemos a personas
de 85 años de edad que parecen tener 55 y a la inversa. El predominio de este
modelo se explica en parte por la ignorancia y por el poco contacto con l@s
ancian@s.
En
conclusión, el resultado de esto es una serie de prejuicios en contra de ell@s.
Muchas personas de más de 70 años gozan de salud relativamente estable. Por
supuesto que, la fuerza física y los sentidos tienden a deteriorarse con el
paso de los años. Por eso, la salud de l@s ancian@s se relaciona con la que
tenían cuando eran jóvenes. Si en la adolescencia, la juventud y en la adultez
tuvieron una buena salud, también la tendrán en su senectud.
video
No hay comentarios.:
Publicar un comentario